Vivir y morir con conciencia
«Morir es uno de los actos más naturales y transparentes de la vida» escribía mi padre. Su muerte y las otras pérdidas que he vivido en los últimos años me han permitido observar y tomar aún más conciencia de la similitud entre la vida y la muerte en nuestro cuerpo físico y de la continuidad de la vida de una manera, que aunque podamos creer en la energía, reencarnación o un Dios salvador, sigue siendo un misterio para la ciencia.
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El proceso: Nacer y morir:
Hacemos nuestra primera inspiración y tomamos la vida, después del mal trago de tener que separarnos del vientre materno, este paraíso de calor, confort, seguridad y alimentación, donde todo se nos proporciona de manera gratuita y sin condiciones.
Llegamos al planeta después de un pasaje traumático y duro a través del canal del útero materno. Y menudo cogemos nuestra primera inspiración de aire, con el cuerpo aún azul y arrugado, rojo por el esfuerzo. La adaptación a este mundo es un proceso largo y gradual pero que implica a todo nuestro organismo. Poco a poco nuestros ojos van pudiendo distinguir lentamente lo que nos rodea, aprendiendo a comunicarse con el exterior. Pero hasta que esto no sucede, vivimos en nuestro universo. Un universo al que volvemos cuando morimos.
Nos despedimos de la vida también tras un proceso difícil y comprometido para nuestro cuerpo, tal vez de manera repentina o gradual. Hacemos nuestra última exhalación con las manos frágiles, la piel emblanquecida, los músculos encogidos.
Visto así nacer y morir no parecen tan diferentes. Un trámite que nuestro vehículo terrenal, este chasis que nos acompaña mientras estemos presentes en el planeta tierra, debe pasar de manera inevitable. Dos trayectos en solitario llenos de incertidumbre ante lo desconocido que nos espera.
Pero ¿somos nuestro cuerpo? Este saco de huesos, arterias, músculos, órganos … ¿O somos algo más? ¿Cuál es la energía que mueve esta máquina tan perfectamente diseñada? ¿La motivación que hace que estos mecanismos continúen funcionando? Desde bien pequeña estas preguntas han ocupado mi cabeza. Preguntas que me he ido respondiendo a través de la experiencia y la observación, y admito también que pueden ir cambiando, ampliándose y transformándose.
Osho escribió:
“Siempre que puedas, cierra tus ojos, siéntate en silencio, relajado, y mira Hacia dentro. Poco a poco el tumulto se asienta, la mente se aquieta, y un profundo silencio prevalece. Y de pronto comienzas a sentir tu ser interno, tu propio centro de vida, el cual está solo. No hay nadie allí y nunca puede haber nadie.
Nadie puede acercarse allí excepto tu. Es tu territorio. Es el único lugar que te pertenece. Nadie puede quitártelo, ni siquiera la muerte. Ella sucederá al exterior, al cuerpo, a la mente, pero no a este espacio interno, el cual por siglos hemos llamado el alma, el espíritu, o el Dios dentro tuyo -cualquier nombre que quieras darle-»
Cultivar este espacio interior en vida, este lugar de silencio del que habla Osho, nos ayuda a vivir y a morir de una manera más consciente y tranquila. Esto se ha vuelto imprescindible para mi y pienso que es sumamente necesario cultivar esos momentos en solitario para reflexionar, observarnos, sentirnos y encauzar nuestra vida de manera más sentida y consciente, sea con acompañamiento terapéutico, desde la meditación, la escritura, las escapadas a la naturaleza o lo que a cada uno precise.
Porque ¿Si nacer y morir, son naturales porque estamos tan poco preparados y educados para morir de una manera tranquila, con aceptación, amor y confianza?
Hacernos fácil el camino:
Nacer es coger la vida, es un acto de fuerza y determinación, como cuando abrimos los ojos por la mañana y tomamos el primer impulso para afrontar el día. Nacer es abrirnos a la vida, con todos sus pros y contras, en un entorno más o menos propicio y con los recursos adquiridos o aprendidos.
Morir puede ser un acto de humildad, valentía o un refugio ante la dificultad de no poder hacer frente a la vida. Recuerdo las palabras de mi padre cuando recibió el diagnòstico de su dolencia: Mi enfermedad ha sido una liberación. Casualmente no es la primera vez que escucho esto en una persona ante una enfermedad grave. De manera consciente o inconsciente nos refugiamos en la enfermedad y la enfermedad llega en muchas ocasiones para hacer frente a una situación de la que no nos podemos responsabilizar conscientemente. Morir es soltar cargas que hemos acumulado como humanos y también implica despedirse de los tan esforzados méritos, logros y metas que hemos conseguido. Es por ello que es tan necesario y sano que nos cuestionemos la vida que vivimos y que podamos mirar y entender con tranquilidad los mensajes que nos da la muerte. La muerte de una relación, de un trabajo, de una etapa de vida o incluso la muerte física. Cuando hemos consumido todos los recursos en un sentido concreto, cuando ya no hay más camino por recorrer en una dirección determinada, llega la muerte (y repito, no solo hablo de la muerte física).
El despido de la vida terrenal, así como cualquier cambio vital o pérdida, debería ser un proceso silencioso, gradual y respetuoso. Un proceso consciente, meditativo, amable y paciente, al igual que el acompañamiento al nacer. Porque nacer y morir en definitiva no parecen tan diferentes.
He tenido la suerte de poder acompañar a mi padre en este trayecto y ver cómo iba deshaciéndose de todas aquellas cargas que le ahogaban en vida. La inevitable conciencia que tuvo que poner en sus últimos años y el atrevimiento a dejarse acompañar y disponerse a compartir, hicieron que pudiera afrontar su proceso y el despido con una tranquilidad, dignidad y valentía, que quizás no pudo adquirir antes. Desde aquí animo a quien esté pasando por este proceso, que no lo haga solo. Existen programas, especialistas y recursos que nos pueden hacer más fácil el camino, tanto a familiares como a la persona en cuestión. Psicólogos, arterapeutas, sanadores, kinesiólogos, maestros de reiki, etc. Que cada persona encuentre ese camino que le acompañe mejor. Más abajo dejo algunos recursos y / o contactos de mi confianza.
Per a tu pare, que vas tancar un cicle amb consciència i amor. Gràcies.
A.B.M (Barcelona, 07/12/53- Barcelona, 07/12/16 )
Recursos:
www.asociaciongenerarsalud.es/hacemos/el-para-de-stella-maris-maruso/
www.namaste.cat/terapies-individuals/sanacio-akashica/
Raquel Ballesteros
Barcelona, 05 de septiembre de 2017