Sin embargo, en una situación crónica a medio-largo plazo, dónde no hay un peligro real e inmediato, actuar desde el instinto de “supervivencia” nos comportará mayor estrés, desconexión y malestar. Olvidándonos de parar, de sentir y conectar con nuestras necesidades y de buscar estrategias más adecuadas para enfocarnos hacia nuestras ilusiones.
¿En qué enfoco mis energías?
¿Te sorprendes a ti mismo a menudo, hablando constantemente de los problemas, de lo que te queda por conseguir o resolver? ¿Emitiendo quejas o críticas acerca de tu situación actual o la de los demás?
Si es así, sin duda estás centrado en sobrevivir. Y es que cuando “sobrevivimos” dedicamos nuestra atención a los problemas, respondemos a la vida desde el miedo, en lugar que desde elamor o la motivación. Vivir implica centrarnos en las ilusiones, escuchar nuestras necesidades y promover la actitud interna para favorecerlas, no desde la lucha sino desde la motivación, la escucha, la visión y la acción. Una actitud calmada, reflexiva y pausada, que puede comportar un gran cambio en nuestra vida.
Sobrevivir sin embargo implica luchar contra causas externas e incontrolables. Y esto es tremendamente agotador y estresante.
Y es que, como bien decía Osho: “La vida no es un problema a resolver, sino un milagro a descubrir” y esa es la actitud que precisamente puede ayudarnos a conseguir nuestros objetivos vitales.
Aptitudes como la curiosidad, la paciencia, el coraje, la confianza o la constancia, todas y cada una de ellas pueden entrenarse y adquirirse.
Aprender a detectar, los obstáculos internos y externos que nos impiden desplegar nuestro potencial, cultivar estas capacidades y empezar a vivir, es el primer paso para el cambio.
En un próximo artículo, abordaremos este último párrafo de manera más extensa.