Creatividad y autorealización: claves para la felicidad
La creatividad es un pilar esencial en la psicología del ser humano, es una actitud que puede fomentarse en cualquier ámbito de nuestra vida y cualquiera que sea la ocupación que tengamos.
La mayor parte de adultos olvidamos esa creatividad, capacidad de juego y experimentación. Las responsabilidades adquiridas y ciertas pautas sociales autoimpuestas nos dificultan el espacio necesario para conocernos a nosotros mismos, para encontrar nuestro sentido vital y en consecuencia para buscar nuestra autorealización personal.
Esto sin duda nos hace más vulnerables a padecer cualquier dificultad emocional o a sobrellevar determinadas situaciones externas.
Y es que a menudo dependemos de variables externas para sentirnos bien, tales como el trabajo, las relaciones personales, la economía, el ocio, etc. Si éstas o alguna de ellas falla, nuestra vida se tambalea. Y nos olvidamos de fomentar aquello que precisamente depende de nosotros cien por cien y que nos da personalidad y nos define como personas. Eso es la creatividad y la autorealización.
Pero, ¿cómo adquirimos esa actitud investigadora, experimentadora:
1º Autoconocimiento y liberación:
En primer lugar, conociéndonos. Y para ello debemos estar en contacto con nuestras emociones, cuestionarnos el porqué de nuestras actitudes y elecciones, hacer lo que realmente nos apetece alejándonos del juicio de los otros o de sus expectativas.
Para conocernos es necesario evadirnos de la realidad externa y acercarnos a la soledad. Esta soledad nos va a permitir ese espacio de reflexión que necesitamos para definir nuestros objetivos y plantearnos nuestras metas. Así como para comprobar si el estilo de vida que estamos llevando se aleja o se acerca del que desearíamos.
Paul Auster dice “necesito la soledad para escribir, una práctica para la que es preciso tener cierto gusto para estar solo y cierta sensibilidad para sentirse solo. La soledad es un acto de desaparición”. Desaparición en el sentido de liberación personal.
Pero para ello antes, es necesario aceptar las emociones negativas y enfrentarnos a nuestra frustración, miedo y pereza. Es necesario aburrirse, para encontrar recursos y estrategias que nos motiven. Y como dice Paul Auster, es necesario sentirnos solos para “desaparecer”, liberarnos y encontrarnos a nosotros mismos. Inevitablemente entonces, encontraremos maneras de sentirnos realizados.
2º ¡Acción!
Una vez aquí y en segundo lugar, atreviéndonos a decidir, experimentar y adoptar una actitud más curiosa y proactiva.
Y es que si nos fijamos en el cuerpo de un niño de temprana edad, en su manera de moverse, en sus ojos despiertos y abiertos, sus movimientos rápidos y precisos, veremos que difiere mucho de la manera de moverse y desenvolverse con el cuerpo de la mayor parte de adultos.
El niño se mueve por sus emociones, por su pasión por lo novedoso, su necesidad de juego y experimentación.
A medida que nos vamos convirtiendo en adultos vamos confiando cada vez más en nuestra capacidad para pensar y anticipamos el pensamiento a la conducta. Dejamos de creer en nuestro instinto, en nuestra emoción. Empezamos a juzgarnos, a tener sentido del ridículo y a buscar la aprobación de los otros. Y todo esto nos resta espontaneidad y libertad.
Con ello no estoy diciendo que debamos adoptar una actitud temeraria y poco “madura”, pero sí recuperar aquella parte “infantil” que es tan necesaria para disfrutar de la vida.
Como decía el psicólogo Xavier Guix en uno de sus magníficos libros, “el proceso de autorealización que nos permitirá sentirnos libres no se construye a través de superar diferentes niveles de dificultad, como quien sube una montaña o va alcanzando diferentes peldaños de una escalera. El camino para sentirnos realizados y libres es el de pelar una cebolla capa a capa, o quitarnos poco a poco aquellos pesos que cargamos en nuestra mochila hasta quedarnos desnudos. Esto tiene que ver con la autorealización personal, con la conciencia y responsabilidad en el día a día, con ausencia de rigidez y la búsqueda de libertad, entre otras cosas”.
Raquel Ballesteros, 2010@