Raquel Ballesteros PSICÓLOGA Y COACH
¿Eres auténtico? Cómo nos afecta la falta de autenticidad
Ser auténticos tiene que ver con permitirnos ser quiénes somos, con mostrarnos de un modo coherente y congruente, respetando nuestros valores o necesidades estemos con quién estemos.
Y eso se traduce corporalmente en una distensión del cuerpo, en una relajación de nuestros músculos, en una respiración más completa.
Cada vez que nos analizamos, que estudiamos cuáles serán las “mejores palabras”, “el modo más “correcto” de actuar”, estamos dejando de responder de manera espontánea. Activamos nuestro estado de alerta y todo nuestro sistema nervioso se pone en marcha, desgastando una enorme cantidad de energía en la tarea. Gran parte de nuestros síntomas físicos (tensiones, dolores), de nuestro cansancio y agotamiento diario, radica en tener nuestro sistema de alerta, demasiado tiempo en “on”.
Hemos aprendido a permanecer “alerta” ante ciertas situaciones, por miedo al “qué dirán”, “qué pensarán” o por nuestra “desconfianza” ante ciertas relaciones sociales, de intimidad, figuras de “autoridad”, familia, etc.
El miedo a ser dañados, rechazados o “humillados” nos puede más que la propia motivación y el goce de compartir y abrirnos a los demás. Y “bajamos la guardia”, ante pocas personas, normalmente aquellas de más confianza, aquellas personas que más nos aceptan y respetan con nuestro espacio y vulnerabilidad. Pero a veces, ni siquiera eso.
Represión o impulso: Cuando vamos a de un extremo a otro
A menudo tendemos a los extremos y confundimos “ser auténticos”, con “dejarnos llevar por los impulsos”. Algo que nos permitimos más fácilmente con las personas más cercanas.
Y eso muchas veces, es meramente un síntoma de habernos pasado demasiado tiempo “controlando” o no dando salida a nuestras necesidades en el momento oportuno o con quién tocaba. Pagando a menudo nuestra falta de autenticidad, con las personas más allegadas.
Como dice Ariadna Natalia González, una terapeuta holística residente en Tenerife,
Cuando hemos aprendido que las relaciones son poco seguras, nuestros sentimientos desencadenan nuestros instintos de lucha o huida. Y al mismo tiempo nos inhibimos porque anhelamos la intimidad: "es como apretar el acelerador cuando pisamos el freno".
Y ¿cuántas veces pisamos el acelerador queriendo pisar el freno? O al revés ¿nos frenamos queriendo acelerar?. Sin duda, un gran desgaste de energía.
Puedes consultar su interesante blog en: http://ariadnenathalie.blogspot.com.es/